Opá, la hemos vuelto a cagar!!

miércoles, junio 28, 2006

¿Se puede tener una selección de jugadores cada vez de mayor calidad técnica, y cada vez hacerlo peor? Sí, pero sólo si el país es España. El azar es caprichoso y con la selección española se acumulan una serie de circunstancias extrañamente desdichadas, siempre, lo que agrava la situación. Cierto es que, a pesar de tener un equipo de una calidad incuestionable con algunos de los mejores jugadores del mundo por puesto (Puyol, Cesc, Casillas), nos falta ese plus de competitividad que sí tenemos en otros deportes (Nadal, Alonso), esa mezcla de sangre fría y confianza en las posibilidades de uno mismo que asegura finales y grandes logros. Cierto también que la tozudez de los entrenadores por defender un sistema es un insulto a la inteligencia (señor Aragonés, si en la primera parte ve como Francia se aprovecha de la defensa adelantada, cambie el sistema, así de fácil). Vale, de acuerdo. Pero la suerte, tan importante en el juego (y el fútbol no deja de ser un juego) no nos acompaña. ¿Por qué cuando Pablo peina un balón lo desvía al único hombre de la selección francesa que está solo? ¿Por qué otras selecciones como Italia siempre tienen la suerte de cara (el otro día cuando peor lo pasaban le pitan un penalti inexistente en el último minuto)? ¿Por qué cuando marcamos un gol contra Corea nos lo anulan injusta e inmerecidamente? Sencillamente por una razón: porque la selección española es la única selección que cumple a rajatabla una ley: la ley de murphy.

De lobos y hombres (relato)

miércoles, junio 21, 2006


Cuando los sentidos todavía afilados del lobo percibieron la presencia de otro animal, dejó de aullar a la luna llena. El cielo estaba huérfano de estrellas y la luz diáfana del astro proyectaba una silueta difusa sobre la cima de la ladera mientras el lobo se removía dolorosamente en ella. Sus ojos, habituados a leer la noche, buscaron un rastro visual entre los abetos nevados debajo de sus garras. Tras pasar unos segundos inmóvil no pudo divisar nada. Sin embargo, el viento le regalaba pequeños sonidos a su oído y apagados hedores a su olfato: no muy lejos de allí, deambulaba una víctima.

Bajó la ladera a trote, sin preocuparse en espantar a su presa a causa de una piedra desprendida o alborotando la actividad de una lechuza. Una vez llegó abajo, al nivel del bosque, su pose cambió totalmente: el animal manso que había estado llorando la lejanía de la luna, su cruel amante, había dejado paso al cazador.

El suelo, tapizado de nieve, enfriaba sus aceradas garras y las reclamaba para sí, engulléndolas como un demonio de alas blancas, permitiéndole un mayor grado de sigilo pero obligándole a actuar con mayor rapidez.

El hambre voraz que sentía en sus marcadas costillas aceleró, más si cabe, su marcha.

Demasiado tiempo solo, demasiado tiempo sin comer.

Habían pasado innumerables lunas desde que fuera expulsado de la manada por un macho joven. Sus poderosas garras habían dejado una huella carmesí sobre su ojo izquierdo -desde entonces no había vuelto a ver bien con él- y tan sólo pudo huir. Un par de lunas después había intentado volver, acercándose a su antigua manada mientras éstos saciaban su ansia con un ciervo que acababan de cazar. Esta vez se rebelaron también las hembras -algunas de ellas habían sido sus compañeras- preocupadas por el sustento de los lobeznos y el escarceo había estado cerca de resultarle mortal.

Ahora, no quedaba rastro en su vientre del último conejo lisiado que había capturado y sus últimas reservas de energía se consumían inexorablemente en la cacería.

Saltó de detrás de un arbusto, que dejó caer un rocío nevado por la sacudida, para encarar a su presa. Pero se detuvo, primero decepcionado, luego indeciso. Era uno de aquellos seres que caminaban sobre dos patas. Sostenía un largo tubo de metal oscuro que acababa en madera.

Pasaron unos segundos interminables. El lobo podía oler el miedo de su víctima, reconocerlo como algo cuasi sólido, el sudor corriéndole por la extraña piel que portaba (que provocaba el hedor más insoportable que hubiera conocido jamás).

El lobo mostró sus desgastados colmillos tratando de parecer amenazador. El hombre deslizó su mano por el extraño cilindro de metal, pero no se movió. La gélida brisa nocturna lamió ambas siluetas. Un ave nocturna ululó lejos de allí. Presa y cazador continuaron impasibles.

Un haz de comprensión cruzó de repente los ojos del lobo. El animal que encaraba y que sostenía su mirada de cazador no era muy distinto a él. De modo que cerró su mandíbula, goteante de rabia, y rompió la noche con un aullido estremecedor.

Sombras. Sombras de orejas puntiagudas y ojos ávidos, de colmillos lacerantes y potentes garras, se sumaron al antiguo lamento. Primero decenas, luego miles.

Pero la invitación del lobo no inmutó al humano. El silencio envolvió de nuevo el bosque.

Finalmente, el lobo retrocedió y dio media vuelta para volver por donde había venido.

El cazador disparó dos veces, con la primera hubiera sido suficiente.

El lobo comenzó a desangrarse, por su cerebro poco desarrollado corrían imágenes de conejos y liebres que todavía podría atrapar, mas la oscuridad sin luna lo atravesó y se lo llevó muy, muy lejos de allí…

El hombre se acercó a contemplar la pieza que había logrado. Era un ejemplar viejo, el pelaje se había vuelto desmañado y grisáceo por la edad y estaba tan desnutrido que parecía -envuelto en un manto blanco y rojo sangre, con la vista perdida más allá de los árboles- una figura desinflada. No le valía para nada y, además, no deseaba ser el hazmerreír de nadie mostrando una pieza de un valor tan ridículamente ínfimo.

El hombre abandonó al lobo en el bosque y volvió a su madriguera de ladrillo y argamasa, de fuego y mentiras.

Cuando un amigo se va...

martes, junio 20, 2006

Ayer tuve ocasión de ver el último capítulo de la serie Friends. Y, aunque quizás el final es un pelín sensiblero, me ha invadido una tristeza insoportable en el momento en el que aparecen los títulos de crédito. ¿Por qué? Porque ésta serie me ha acompañado durante diez años, en los buenos momentos y en los malos. Ross, Rachel, Joey, Phoebe, Chendler, Monica, nunca olvidaré los nombres de esos pintorescos neoyorkinos que tantas veces me han hecho reír a la hora de la comida. Me ha pasado con ellos lo mismo que cuando me despedí de los compañeros del colegio con los que había crecido de pequeño, por ello sé que cuando mire hacia atrás los echaré de menos. De modo que lo mejor que se puede decir en estos casos es: ¡Hasta siempre!

Nota: Muchísimas gracias a todos los que habéis hecho posible que este humilde blog supere la friolera cifra de las 1000 visitas. ¡Os habéis ganado el cielo!

Ciencia ficción, ¡OH NO!

domingo, junio 18, 2006

Después de un tiempo sin poder actualizar por exámenes, prácticas finales, campeonatos de tenis, y un sinfín de excusas más (todas ellas inútiles), vuelvo a las andadas.
Hoy me gustaría comentaros un tema que de verdad me toca las narices. ¿Qué es lo primero que piensa la gente cuando alguien le habla de ciencia ficción? Os lo diré: en naves que surcando el espacio lanzan sus láseres contra flotas enemigas extraterrestres, y la imagen viene acompañada del típico fan/freak o adulto que se acerca peligrosamente a la treintena (o la sobrepasa) que luce perilla y cola de caballo orgulloso y viste camiseta negra cuyo lema es el viejo chiste informático:

Sólo hay 10 tipos de personas, las que saben contar en binario y las que no.

Y me pregunto, ¿por qué la ciencia ficción está considerada como un producto sólo recomendable para freaks y bichos raros? Por la endogamia de la ciencia ficción y su estrechez de miras. No hay vuelta de hoja.
Acabo de leer el excelente libro de divulgación científica del doctor en informática e ingeniero Miquel Barceló Paradojas II: ciencia en la ciencia ficción. Como libro de divulgación no sólo se sostiene a pesar de ser una recopilación de artículos breves, sino que además es terriblemente ameno. Pero, y siempre hay un pero, Barceló repite y repite unas mil veces la definición de ciencia ficción que hizo en su día Asimov:
"Ciencia ficción es la rama de la literatura que trata de la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología".

Con definiciones como esta, la ciencia ficción nunca saldrá del ghetto. Esa definición está muy bien para la rama hard de la ciencia ficción (y curiosamente para lo que escribía Asimov), pero no para el resto. Personalmente, reniego de la ciencia ficción hard, una literatura en la que en cualquier momento te encuentras leyendo varias páginas con la descripción de una nueva tecnología sobre la que se sustenta la narración. Eso está bien para la divulgación científica, pero ¿es literatura de verdad?
¿Conocéis a alguien a quien no le guste la película Blade Runner? Yo no conozco a nadie. Y la película, ¿se basa en la respuesta de la humanidad a la aparición de los androides? No. Blade Runner es la historia (porque no olvidéis que la narrativa y el cine, a fin de cuentas, se limitan a contar historias) de un hombre cuyo trabajo cazando androides lo está deshumanizando pero encuentra su humanización, paradójicamente, cuando conoce a Rachel (un androide perfeccionado). Pero la historia no se centra en como afecta a los humanos la llegada de los androides, éstos son, simplemente, un recurso (¿quizás un espejo de nosotros mismos?).
Me viene a la cabeza, a bote pronto, la estupenda novela Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, o 1984 de George Orwell, libros que difícilmenete entran en la definición cerrada de Asimov.
Conclusión: Hay ciencia ficción más allá de Star Trek y las novelas de robots de Asimov. Y si no os lo creeis, probad a leer a Ray Bradbury, George R. Martin o Ursula K. LeGuin.

Parole, parole

lunes, junio 12, 2006

En el blog Crónicas del Tecnomante leo una cita que no puedo dejar de reseñar:

Yo os puedo decir que he llegado a "encontrarme" con los personajes de alguna de mis novelas, o de mis relatos, cuando caminaba. Uno de los últimos, Strohem, llegó a reclamarme más protagonismo en lo que estaba escribiendo. Y me dio muchas ideas, es cierto. Claro que, después, lo maté por interrumpir mi paseo.
Hilo musical: Coming undone del último disco de Korn.

Una mirada por encima del hombro

sábado, junio 10, 2006

Veo que la anterior freakuesta no ha tenido mucho éxito, así que, como buen Aries y por tanto cabezota, os intentaré enganchar de nuevo al tema de las series de dibujos animadas que marcaron nuestra infancia. Esta es la lista de las que no me perdía mientras merendaba mi bocata de nocilla:

  • MAZINGER-Z
  • Comando-G
  • Ulises 31
  • Dragon Ball
  • Los caballeros del zodíaco
  • Marco
  • Muscleman
  • Campeones (Oliver y Benji)
  • Spiderman
Post escrito mientras escuchaba Knights of Cidonia, el single del nuevo disco de MUSE en Estados Unidos. Impresionante.

Freakuesta (y II)

jueves, junio 08, 2006


En la web de Viruete, se puede leer un artículo sobre los Fruittis, esos dibujos animados de nuestra infancia que a más de uno traumatizaron (con esa profundidad argumental cercana a los Teletubbies, y esa colorida animación que más de un ataque de epilepsia provocó mucho antes de aparecer Pikachu), incluido yo. El artículo es descacharrante, os lo aseguro, dejando caer una posible frutofilia, incluso.
Por ello, la freakuesta de este mes versa sobre la serie de vuestra infancia que os dejó marca (sea positiva o negativamente).
Mi opinión es rotunda: no hay mejor serie de dibujos animados en la historia que MAZINGER-Z. ¿Qué puede hacer la ñoñería de Heidi, las penas insufriblemente interminables de Marco o un perro investigador(no, no me he fumado nada, la serie se llamaba Sherlock Hound) contra un robot gigante de 25 metros? Vamos, que el único que le hacía algo de sombra era Goku.
Así que ¡planeador abajo!, digooo ¿cuál fue vuestra serie preferida?

Hilo musical: Miss Murder de AFI y The View From The Afternoon de Artic Monkeys.

Crónica de un concierto (largamente) anunciado

lunes, junio 05, 2006

Llegamos al Hotel Los Cerezos de Monachil, un pueblo cercano a Granada, después de un, no muy largo, viaje en coche amenizado con un Cd de las bandas que pueden dar que hablar en lo sucesivo: My chemical Romance, AFI, Taking Back Sunday, etc... Además del Music Bank de Alice In Chains para ponernos en situación. Una habitación sencilla pero acogedora, un hotel económico y la paz que se respiraba en un lugar alejado de la gran urbe.
Después de un merecido descanso nos dirigimos al barrio de Maracena (Granada), donde se iba a celebrar el concierto, cargados de provisiones. Ya sabéis: cerveza, unos bocadillos de jamón riquísimos como nunca he probado en mi vida, más cerveza, una botella de agua y ¡ah, sí: CERVEZA!
Tras una media hora en la cola de entrada al recinto pudimos comprobar (además de que en España se bebe muuuuuuuuuuucha cerveza) por las camisetas negras de grupos que lucían con orgullo la inmensa mayoría de los asistentes que el espíritu grunge no se ha perdido. Mucho Nirvana por aquí, Soundgarden por allá, etc... Y Kurt Cobain que decía que el grunge estaba muerto, si levantara la cabeza.
Después de comprar las camisetas de rigor del grupo nos pusimos en primera fila dispuestos a empezar a disfrutar del espectáculo.

Los teloneros, unos granadinos llamados Blindfall (según mi amigo Jorge Playboy, yo creo que le confundió el físico -eufemismo- de la cantante) estuvieron perfectos. ¿Por su música, calcada a Guano Apes? No. ¿Por el espectáculo que dieron? No. ¿Por involucrar al público en el show? No, no y no. Porque tocaron pocas canciones, las justas para caldear el ambiente antes de la entrada de los monstruos del grunge.
Tras un descanso, que se me antojó interminable, apareció Jerry Cantrell y compañía, con unos kilos de más en el escenario. Y comenzaron los acordes de Sludge Factory. Alucinante. Jerry Cantrell estuvo muy estático, al contrario que el cantante suplente (William Duvall) y Mike Inez que no dejaron de moverse durante todo el concierto. Al batería Sean Kinney hay que darle de comer aparte e incluso se permitió el lujo de tocar los últimos temas mientras fumaba un purito. Y aquí viene una de las polémicas del concierto. Desde nuestra posición (1ª fila) no se podían oír las voces, ni a Duvall (cuyo asombroso parecido con Johan el presentador de Cuatrosfera no dejó de parecerme paradójico) ni los coros de Cantrell, los técnicos nos dijeron que era culpa de la distribución del escenario. Para mis colegas, Jorge y Annika, fue un desastre y se sintieron estafados. Sin embargo para mí se obró una verdadera justicia poética. Porque, a ver, ¿quién es, y será siempre, el cantante de Alice in Chains? El insustituible Layne Staley. Y esa noche en Granada la magia convirtió las voces de las, aproximadamente, 3000 personas que cantamos todas las canciones de principio a fin en el mejor sustituto del desaparecido Staley.
El setlist fue el siguiente:

1. Sludge factory
2. Dam That River
3. Rain When I Die
4. We Die Young
5. Again
6. Junkhead
7. Love Hate Love
8. Rooster
9 Down In a Hole
10. Would
Bis
11. Them Bones
12. Man in The box

Especialmente Again, Love Hate Love y Them Bones, consiguieron que quedara afónico. Y del resto se puede decir que suenan tan perfectas en directo como en los discos, gracias al buen hacer de la banda: un Cantrell convertido en Guitar God, un Mike Inez inmenso y un Sean Kinney que puede darle lecciones a cualquier batería de la historia del rock.
El concierto eso sí, y esta es la otra polémica, fue quizás un pelín corto (duró alrededor de una hora y cinco minutos), pero hay que tener en cuenta que los años pesan (Jerry, hay que hacer más deporte).
La guinda del pastel: gracias a Annika (pronúnciese Ánnika, remarcando las dos enes), nunca olvidaré el detalle, nos llevamos tres púas personalizadas de Cantrell, una de ellas dada en mano (voz de quinceañera loca por Bisbal: ¡estuve a unos centímetros de Jerry Cantrell, aaaaaaaaaaaah!).
En fin, una noche inolvidable, rematada en el interesante pub de Graná (ya se me está pegando el acento) Hypnosis. Un local alternativo de los que, desgraciadamente, ya no quedan en Elche.
Conclusión: Nuevos mandamientos:

  1. Venerarás Alice In Chains por encima de todas las cosas.
  2. No mentarás el nombre de Jerry Cantrell en vano.
  3. No desearás ver el concierto del grupo heavy (o grunge) favorito del vecino.
  4. Honrarás a Mike Inez y Sean Kinney.