Humano (microrrelato)

Los científicos se miraron entre sí nerviosos, pues estaban delante de la culminación de varias decenas de años de investigación. Años de duro trabajo, de sacrificio y oposición. Pero, ¿acaso no es una rosa algo que huele como una rosa, que se mueve como una rosa y que parece una rosa?, habían argumentado una y mil veces contra sus críticos. La esencia es lo fundamental y ellos habían conseguido capturar la esencia de una persona muerta.
El científico más menudo, y ególatra, puso en marcha el gigantesco ordenador y tras unos escasos segundos dio una orden de voz. Una imagen en 3D fue condensando como un nimbo una cabeza humana. Los científicos no podían dejar de sonreír. El rostro pixelado abrió los ojos lentamente. La mirada extrañada de Carl Sagan, el influyente astrónomo de pre-Guerra, se paseó por la sala solitaria hasta asentarse en el grupo de investigadores.
El momento tantas veces soñado había llegado. Cada científico esperaba una primera frase diferente pero que vislumbrase la mente preclara del astrónomo. ¿Hemos llegado por fin a las estrellas? o ¿si no existe Dios, dónde me encuentro? Mas, con voz grave, Carl Sagan preguntó:
-¿Ann, dónde estás?